Iniciación



Respeto, poema para noche de iniciación



Mi respeto para el que vence su destino,
para ese que brilla en la noche,
el que busca, posee y difunde la luz.

Mi respeto para ese que enfrenta el combate,
aquel que hace el camino,
ese que forja la luz.

Mi respeto para el que muere y renace,
el que vence su cuerpo,
el que triunfa en la lid.

Mi respeto para aquel que perdona,
el que deja sus odios
y renuncia a su azul.

Mi respeto para el alma que sufre,
la que insiste en su rabia,
la que pierde su luz.

Inanna

La Señora del Cielo
usa un collar de viento
pequeños cometas forman su corona
ropas de oro atrapan su noche
marca sus pechos  con tela de nubes
un pendiente concentra sus hechizos
la vara defiende sus pasos
y una escuadra ocupa su conciencia.

Neti  el centinela
siguió rituales e indicaciones
hundió la estrella en el barro
encorvó su premura
logró arrancar sus virtudes.

Aquella  plena oscuridad
fijó  sobre Inana su  mirada de muerte
lanzó  sus verbos  de ira
gritó la culpa
derribó  su cuerpo desnudo
y por tres días
dejó sangrar el cadáver
con ganchos lo colgó de su muro
la hizo  renacer desde su vientre.



Este poema recrea libremente el mito sumerio  de Inanna, precursora de  Ishtar e Isis.


Nacimiento de  un hombre



Desde la noche oscura ha nacido un hombre.
Encorvado, surge  desde el cuerpo de una virgen.
Lleva un cordón al cuello, vestigio de su unión con la madre.

Desde la tierra fecunda, ha nacido un hombre.
Beberá luz en el templo.
Marchará erguido.
Cuidará nuestro fuego.
Formará una ronda con sus hermanos.



Nacer desde el espíritu.

Maestro, enseñaste a nacer desde el espíritu.
Sacar la luz desde su encierro.
Compartir el pan.
Hacernos agua y tierra.
Vencer la tumba.
Quedarnos en los pliegues del silencio.
















En la imagen, "Dante y los tres Reinos", obra de Domenico di Michelino,  proveniente de lib-art.com